Descubren tres nuevas especies de mono, dos de ellas amenazadas
Fecha de Publicación: 27/06/2020
Fuente: National Geographic
País/Región: Asia
Una nueva investigación demuestra que tres surilis del Sudeste Asiático consideradas subespecies son en realidad especies diferentes. Dos de ellas se han convertido en unos de los primates más raros y amenazados.
Durante más de un siglo, se consideraba que los surilis de bandas —un tipo de mono huidizo— eran una única especie, pero una nueva investigación apunta a que son tres especies diferentes. Han estado ocultos a plena vista debido a diferencias que no se observan con facilidad.
Estos monos, que viven en Birmania, Tailandia, Malasia, Singapur e Indonesia, no se consideraban una especie en peligro inminente de extinción, en parte debido a su amplia área de distribución. Con todo, los nuevos hallazgos, publicados en junio en Scientific Reports, revelan que dos de las nuevas especies son unos de los primates más amenazados del mundo y necesitan protección urgente.
La investigación evidencia las capacidades de las últimas herramientas de secuenciación genética para corregir siglos de errores taxonómicos que podrían ocultar emergencias de conservación. En este caso, los investigadores trabajaron con ADN de excrementos de mono, una técnica no invasiva cuyo uso podría ampliarse en esta rama de la ciencia.
«Queremos que este trabajo fomente más investigaciones de especies de monos totalmente diferentes en Asia. No cabe duda de que hay mucha más diversidad de la que conocemos ahí fuera, y si no la identificamos, nos arriesgamos a perderla», afirma Andie Ang, exploradora de National Geographic e investigadora de Wildlife Reserves Singapore Conservation Fund.
Una corazonada
Ang, coautora principal del nuevo estudio, empezó a estudiar a los surilis de bandas, un mono pequeño de color negro, hace una década. Los registros del siglo XIX clasificaban a los surilis de bandas (Presbytis femoralis femoralis) como subespecie del Presbytis femoralis junto a otros dos primates: el P. f. percura y el P. f. robinsoni. A juzgar por su aspecto, el error de clasificación es comprensible. Las tres subespecies son negras y solo presentan diferencias sutiles en las marcas blancas de sus rostros y vientres.
Sin embargo, Ang sospechó desde el principio que los surilis de bandas eran una especie diferente. «A juzgar solo por su morfología y las descripciones hechas en el pasado, parecía que eran una especie diferente, pero no tenía información que lo respaldara», explica.
Seguir esa corazonada no sería fácil. Los surilis no se observan fácilmente, ya que son raros, huidizos y pasan la mayor parte del tiempo en las copas de los árboles. Normalmente se marchan en cuanto ven a un intruso humano, lo que dificulta fotografiarlos o dispararles dardos tranquilizantes para tomar muestras de sangre, un método que también puede estresarlos o herirlos.
Para sortear estos obstáculos, Ang y un equipo de colegas internacionales recurrieron a las muestras fecales. Según ella, los excrementos de animales son un recurso infrautilizado por los científicos. Contienen una gran cantidad de información, desde el ADN de los animales a evidencias sobre su dieta, microbioma y carga parasitaria.
En busca de excrementos
Pero es más fácil decirlo que hacerlo: tomar estas muestras es difícil y lleva su tiempo. Los investigadores localizaron grupos de surilis en el bosque y esperaron en silencio —a veces durante horas— hasta que el grupo se movió para poder buscar heces en el suelo bajo los árboles.
«A veces pasábamos todo el día allí y no defecaban, o no podíamos encontrar las heces porque el suelo del bosque era exactamente igual que lo que buscábamos», cuenta Ang. «Y a veces, las moscas y los escarabajos peloteros llegaban antes que nosotros».
Al procesar estas muestras, Ang y sus colegas lograron secuenciar el genoma completo de 11 surilis y lo compararon con una base de datos genética de muestras anteriores y también entre sí. Para que se las considere especies diferentes, las secuencias mitocondriales de los mamíferos deben diferir en torno a un cinco por ciento. En este caso, los investigadores descubrieron una diferencia de entre un seis y un 10 por ciento entre los tres surilis.
Calcularon que las especies divergieron hace unos tres millones de años, antes del Pleistoceno. «Ni siquiera tienen un parentesco cercano», señala Ang.
Salvar a las nuevas especies
Para dos de los monos, Presbytis femoralis y Presbytis percura, la nueva clasificación conlleva problemas de conservación urgentes, ya que ahora se clasifican como «en peligro crítico de extinción» debido al pequeño tamaño de sus poblaciones y sus áreas de distribución limitadas.
Ang estima que la población total del Presbytis femoralis se sitúa en torno a los 300 o 400 individuos, casi un 60 por ciento de los cuales vive en Singapur. El resto vive en los estados meridionales de península malaya, donde están convirtiendo los bosques en plantaciones de palma aceitera a toda velocidad. Sin embargo, los investigadores no tienen ni idea de cuántos Presbytis percura quedan. Solo viven en la provincia de Riau, en Sumatra, en una zona de alto riesgo de incendios forestales y caza furtiva y que también sufre altos niveles de deforestación.
Por su parte, el Presbytis robinsoni está más extendido y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza aún lo clasifica como especie «casi amenazada».
«Por el momento, no se encuentran en peligro» de extinción, afirma Ang. Pero añade que, con la aceleración del desarrollo urbano y la deforestación, es probable que el Presbytis robinsoni termine en la misma situación precaria que las otras dos especies.
Aunque los peligros a los que se enfrentan estos monos no son nuevos, que los etiqueten como especies podría significar que la supervivencia de los primates podría tomarse más en serio.
«La concienciación sobre conservación pública se hace principalmente sobre especies, no subespecies, así que demostrar que las que antes se clasificaban como subespecies son en realidad especies distintas contribuye a recaudar dinero para las labores de conservación», explica Christian Roos, genetista de primates en el Instituto Leibniz para la Investigación de Primates de Gotinga, Alemania, que no participó en la investigación.
Actualmente, Ang y sus colegas están trabajando con socios de universidades y organizaciones sin ánimo de lucro de Malasia, Indonesia y Singapur para fomentar que se hagan más estudios sobre las nuevas especies y se organicen campañas para aumentar sus protecciones a nivel gubernamental.
Los investigadores también sospechan que muchas más especies, primates incluidos, se esconden tras la etiqueta de subespecies, aguardando a que las descubramos. Ahora mismo trabajan en un estudio de seguimiento de otra subespecie de surili, el surili de muslos blancos de Riau (Presbytis siamensis cana), que solo vive en la provincia de Riau, Sumatra, y que probablemente sea otra nueva especie en peligro crítico de extinción. El nuevo estudio prueba que las muestras fecales pueden ser clave para desentrañar estas revelaciones.
«Este método se emplea con poca frecuencia en taxonomía, pero tiene mucho potencial», afirma Vincent Nijman, conservacionista de la Universidad Oxford Brookes y coautor del nuevo estudio. «Si defeca, podemos recopilar ADN».
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Fuente: National Geographic
País/Región: Asia
Una nueva investigación demuestra que tres surilis del Sudeste Asiático consideradas subespecies son en realidad especies diferentes. Dos de ellas se han convertido en unos de los primates más raros y amenazados.
Durante más de un siglo, se consideraba que los surilis de bandas —un tipo de mono huidizo— eran una única especie, pero una nueva investigación apunta a que son tres especies diferentes. Han estado ocultos a plena vista debido a diferencias que no se observan con facilidad.
Estos monos, que viven en Birmania, Tailandia, Malasia, Singapur e Indonesia, no se consideraban una especie en peligro inminente de extinción, en parte debido a su amplia área de distribución. Con todo, los nuevos hallazgos, publicados en junio en Scientific Reports, revelan que dos de las nuevas especies son unos de los primates más amenazados del mundo y necesitan protección urgente.
La investigación evidencia las capacidades de las últimas herramientas de secuenciación genética para corregir siglos de errores taxonómicos que podrían ocultar emergencias de conservación. En este caso, los investigadores trabajaron con ADN de excrementos de mono, una técnica no invasiva cuyo uso podría ampliarse en esta rama de la ciencia.
«Queremos que este trabajo fomente más investigaciones de especies de monos totalmente diferentes en Asia. No cabe duda de que hay mucha más diversidad de la que conocemos ahí fuera, y si no la identificamos, nos arriesgamos a perderla», afirma Andie Ang, exploradora de National Geographic e investigadora de Wildlife Reserves Singapore Conservation Fund.
Una corazonada
Ang, coautora principal del nuevo estudio, empezó a estudiar a los surilis de bandas, un mono pequeño de color negro, hace una década. Los registros del siglo XIX clasificaban a los surilis de bandas (Presbytis femoralis femoralis) como subespecie del Presbytis femoralis junto a otros dos primates: el P. f. percura y el P. f. robinsoni. A juzgar por su aspecto, el error de clasificación es comprensible. Las tres subespecies son negras y solo presentan diferencias sutiles en las marcas blancas de sus rostros y vientres.
Sin embargo, Ang sospechó desde el principio que los surilis de bandas eran una especie diferente. «A juzgar solo por su morfología y las descripciones hechas en el pasado, parecía que eran una especie diferente, pero no tenía información que lo respaldara», explica.
Seguir esa corazonada no sería fácil. Los surilis no se observan fácilmente, ya que son raros, huidizos y pasan la mayor parte del tiempo en las copas de los árboles. Normalmente se marchan en cuanto ven a un intruso humano, lo que dificulta fotografiarlos o dispararles dardos tranquilizantes para tomar muestras de sangre, un método que también puede estresarlos o herirlos.
Para sortear estos obstáculos, Ang y un equipo de colegas internacionales recurrieron a las muestras fecales. Según ella, los excrementos de animales son un recurso infrautilizado por los científicos. Contienen una gran cantidad de información, desde el ADN de los animales a evidencias sobre su dieta, microbioma y carga parasitaria.
En busca de excrementos
Pero es más fácil decirlo que hacerlo: tomar estas muestras es difícil y lleva su tiempo. Los investigadores localizaron grupos de surilis en el bosque y esperaron en silencio —a veces durante horas— hasta que el grupo se movió para poder buscar heces en el suelo bajo los árboles.
«A veces pasábamos todo el día allí y no defecaban, o no podíamos encontrar las heces porque el suelo del bosque era exactamente igual que lo que buscábamos», cuenta Ang. «Y a veces, las moscas y los escarabajos peloteros llegaban antes que nosotros».
Al procesar estas muestras, Ang y sus colegas lograron secuenciar el genoma completo de 11 surilis y lo compararon con una base de datos genética de muestras anteriores y también entre sí. Para que se las considere especies diferentes, las secuencias mitocondriales de los mamíferos deben diferir en torno a un cinco por ciento. En este caso, los investigadores descubrieron una diferencia de entre un seis y un 10 por ciento entre los tres surilis.
Calcularon que las especies divergieron hace unos tres millones de años, antes del Pleistoceno. «Ni siquiera tienen un parentesco cercano», señala Ang.
Salvar a las nuevas especies
Para dos de los monos, Presbytis femoralis y Presbytis percura, la nueva clasificación conlleva problemas de conservación urgentes, ya que ahora se clasifican como «en peligro crítico de extinción» debido al pequeño tamaño de sus poblaciones y sus áreas de distribución limitadas.
Ang estima que la población total del Presbytis femoralis se sitúa en torno a los 300 o 400 individuos, casi un 60 por ciento de los cuales vive en Singapur. El resto vive en los estados meridionales de península malaya, donde están convirtiendo los bosques en plantaciones de palma aceitera a toda velocidad. Sin embargo, los investigadores no tienen ni idea de cuántos Presbytis percura quedan. Solo viven en la provincia de Riau, en Sumatra, en una zona de alto riesgo de incendios forestales y caza furtiva y que también sufre altos niveles de deforestación.
Por su parte, el Presbytis robinsoni está más extendido y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza aún lo clasifica como especie «casi amenazada».
«Por el momento, no se encuentran en peligro» de extinción, afirma Ang. Pero añade que, con la aceleración del desarrollo urbano y la deforestación, es probable que el Presbytis robinsoni termine en la misma situación precaria que las otras dos especies.
Aunque los peligros a los que se enfrentan estos monos no son nuevos, que los etiqueten como especies podría significar que la supervivencia de los primates podría tomarse más en serio.
«La concienciación sobre conservación pública se hace principalmente sobre especies, no subespecies, así que demostrar que las que antes se clasificaban como subespecies son en realidad especies distintas contribuye a recaudar dinero para las labores de conservación», explica Christian Roos, genetista de primates en el Instituto Leibniz para la Investigación de Primates de Gotinga, Alemania, que no participó en la investigación.
Actualmente, Ang y sus colegas están trabajando con socios de universidades y organizaciones sin ánimo de lucro de Malasia, Indonesia y Singapur para fomentar que se hagan más estudios sobre las nuevas especies y se organicen campañas para aumentar sus protecciones a nivel gubernamental.
Los investigadores también sospechan que muchas más especies, primates incluidos, se esconden tras la etiqueta de subespecies, aguardando a que las descubramos. Ahora mismo trabajan en un estudio de seguimiento de otra subespecie de surili, el surili de muslos blancos de Riau (Presbytis siamensis cana), que solo vive en la provincia de Riau, Sumatra, y que probablemente sea otra nueva especie en peligro crítico de extinción. El nuevo estudio prueba que las muestras fecales pueden ser clave para desentrañar estas revelaciones.
«Este método se emplea con poca frecuencia en taxonomía, pero tiene mucho potencial», afirma Vincent Nijman, conservacionista de la Universidad Oxford Brookes y coautor del nuevo estudio. «Si defeca, podemos recopilar ADN».
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